viernes, 13 de mayo de 2016

Lo que siempre

En una carta.
En una carta dentro de un sobre, con palabras pegajosas, manoseado por el poco tiempo de la rutina que siempre apremia pero nunca entiende. Con Pete Doherty de fondo, con sus gritos, mejor con Dead Kennedys a todo lo que da o quizás ambos en el máximo volumen.
Con una canción escrita en varias tardes de marihuana, en una guitarra con solo cinco cuerdas, con la funda agujereada, si quieres en una zamba de despedida o un baile electrónico de esos que vuelan la cabeza a los pibes de la moda. Puede ser una balada a lo Bryan Adams o una canción más simple como Nito Mestre pero vas a disculpar que sepa tener esa voz.
Con la cabeza en alto y la voz todavía más en alto, con miles de sinfonías en la piel, con esa sensación de querer alcanzar el otro lado del valle, o sino con las pocas ganas de levantarse para abrir la puerta y recibir otra vez una sonrisa al revés.
Puede ser en un cuadro aunque no sea pintor, en un dibujo aunque no dibuje, en un mural gigantesco aunque no pueda contratar un Picasso que lo realice, o puede ser también en un aeroplano escribiendo las letras en el aire como, para mí, en realidad nunca hizo nadie.
O en un rumor que te llegue desde lejos, que apenas te toque, como un susurro que acerca el viento fuerte del sudeste, con la marea, los camalotes y las verdades trágicas.
Podría llegar como llegan las hojas al suelo cuando llega el otoño cuando llega el revolucionado mayo a mostrarnos cada año que lucha y disfrute no van de la mano, que sangre y sudor no se consiguen fácil y que palabras sueltas no son un discurso.
Y sino simplemente podrías sentarte y esperar a que las horas hagan sus cosas y también te presten un rato para comprender, y escuchar, y tragar, y magullar, y vomitar si así lo deseas, o no si no lo deseas, pero si lo deseas que lo hagas y lo vuelvas a escuchar y a escuchar, aunque otra vez sientas asco en el alma y náuseas en la pansa.
Que de alguna manera, por teléfono o por avión, pueda llegar a tus tímpanos lo que siempre quise que mis labios llevaran a los tuyos:
Que te vayas a la puta que te parió

martes, 26 de abril de 2016

Vivan corriendo

Vivan corriendo por el frio de estos días, de este otoño en los días, de este julio que se mete, que se cuela por lo hondo de la piel, que se no achica con la sangre caliente ni con el abrigo del abrazo que para siempre queremos vivir. Vivan corriendo de los días en que el sol no saluda, no aparece en las nubes, no asoma hacia el horizonte, con el norte y el oeste, con la clara de la madrugada, con la nostalgia de la tarde, con la música de los rayos, con la energía de ese amarillo naranja resplandor de nuestra vida.
Vivan corriendo de los días del invierno, de las noches de este frío, del viento que trae la sudestada y el dolor, de la indiferencia de los señores, de la máscaras de los diarios, de la injusticia de la calle y el olvido en las tripas. Vivan corriendo de los acordes de dramatismo, del silencio que arruina, del temor que no se diga, del miedo a que lo digan, del reproche y el rechazo, de la censura y la violencia.
Vivan corriendo de los golpes a la memoria, del frasco vacío, de las ideas manoseadas, de la escuela encarcelada, de la opresión del que domina, del látigo del que castiga, del poder del que controla, de las mentes achicadas y la codicia enlatada. Vivan corriendo del sentir lástima por el tirado pero nunca parar a por él, de la envidia vendida en las imágenes, del consumismo vendido en envase y la tristeza diseñada para necesitar.
Vivan corriendo del poder, del querer, del desear y el necesitar. Vivan corriendo de la ciudad, hacia la naturaleza, hacia el cielo. Vivan corriendo y cantando y saltando y soñando y amando y gritando y abrazando y dibujando y lo que quieran hacia adelante, hacia el otro, hacia febo, hacia el idilio de una ronda compartida.
Vivan corriendo juntando gente, no en bolsas para vender, sino en techos para defender. Vivan corriendo de la pereza y vayan hacia la lucha, hacia la justicia, hacia la paz.

domingo, 10 de abril de 2016

Papel

Un papelito usado, manoseado, tirado a la basura, pisado y vuelvo a usar; un papelito lanzado al aire.
Un papel de esos que se arrugan, que se estrujan, que se hacen un bollo y se tiran a la basura con el poco valor que tiene.
Un papelito roto, agujereado, bastardeado, casi sin colores y oliendo a viejo y rancio.
Un papel que guarda algo de aire y se ahoga en una pena sin alcohol, tiembla en la ausencia, ruge en el olvido,
clama en la indiferencia de los días que eran de ellos.
Un cruel papel que recuerda, que fue colgado en una pared de recuerdos y anécdotas,
que no se puede quitar ni borrar ni tachar ni arrancar ni robar ni reemplazar.
Un papel que cubría, abrazaba, protegía, gustaba, besaba pero no pudo ser lo que debía,
no estuvo a la altura, no pudo estar cerca ni conformar, ni saciar ni liberar.
Un pequeño papelito, casi nada, deshecho, desalineado, desmembrado, despedazado y desplazado.
Un simple papel.

lunes, 28 de marzo de 2016

Me desperté y caí en la cuenta

Hoy me desperté después de una pesadilla horrenda en la que ya no estabas,
en la que partías con el amor de tu vida que una vez más no era yo.
Te sentía deshacerte en mis dedos y en mi retina clavada la despedida del mañana,
mientras el arcoiris de dos colores se inundaba de la miel más amarga y
como pensando que volverías me congelaba en la eternidad como hielo de crudo invierno.
En realidad no eras más que un recuerdo dentro de otro, del cobarde más cobarde
que no pudo despedirse por miedo a no encontrarte y que ya lo hubieses hecho antes.
Pero me encontré lleno de puñales de chocolate en el pecho, estupefacto y con calambres,
quizás de tanto caminar entre nubes de dudas, coloreadas con tus cejas,
perfumantes pinceles que un Dalí te envidió aunque ese lienzo solo sea yo.
No estabas en la noche de ese mar, sin estrellas y con bruma, sin olas ni marea,
con hambre y mucha sal, y yo gritaba en ese sueño aunque mi voz no salía,
no se escuchaba en el infinito, era el mudo de un infierno que nadie veía,
y caí en la cuenta que no era verdad ni real pero deseaba que sí lo fuera,
así por lo menos eras mi brújula, a la nada, pero mi brújula al fin.
Y desperté y abrí los ojos, y bostecé y estiré mis brazos, con el vacío más grande del mundo
a mi derecha y una mueca en mi mejilla por la rutina que no se achica,
y digo: ¡Qué rima de porquería!, no te tengo y me siento copa de cristal cayendo
a toda velocidad por el costado de un acantilado hacia las rocas del fondo.
Quise ahogarme en las sábanas, enredarme con la almohada y encontrarte nuevamente,
pero si pudiera elegir ésta vez serías pura luz, blanca ángel compañía, con tus manos
imperfectas y generosas, compañera luchadora, mil sabores en la boca,
después de cada beso, para sentir que flotaba y volver sonriendo,
mas no se eligen ya los sueños, no juguemos como niños.
No elijo donde encontrarte, quisiera elegir encontrarnos,
el problema es solo mío, no saber reemplazarte, ni siquiera poder tocarte.
Sin embargo me pregunto: Si eligieras esta noche, ¿Soñaría usted conmigo?

martes, 22 de marzo de 2016

La gota en primavera

Una gota en primavera es un susurro,
un susurro bien lejano del verano,
que se nos pasa casi siempre acompañado
de recuerdos que nos dicen qué vendrá.

Una gota en primavera es un tesoro,
sin cofres ni mapas secretos,
que no se esconde en ningún lado,
pero que cuesta ser encontrado.

Una gota en primavera cae sobre la flor,
que se abre hacia el cielo en busca del sol,
no se detiene en su mirar a la nada,
no se cansa en su celeste resplandor.

Una gota en primavera no se aburre,
porque los colores nunca paran,
porque esos ojos no se apagan,
sino que flotan en el jazmín de mi casa.

Una gota en primavera es miel de deseos,
sudor de nostalgia de un viejo frío abrazados,
un renacer que a este vago no lo encuentra,
un infinito horizonte de sabores.

Una gota en primavera no se cura de ansiedad,
de besar todas sus hojas en la piel,
y alcanzar el vientre inolvidable que fue ayer,
y lanzar un grito de bronca y placer.

Una gota en primavera es la noche juntos,
donde volvemos a ser para despedirnos,
sin soñar una mañana al despertar,
un par de cobardes deseando la paz.

Una gota en primavera me sabe a tu perfume,
me despide en tu aroma la ganas de partir,
nos invita a ser sombras en la cama,
como pétalos arrugados de tanto soltar.

Una gota en primavera no se oye igual,
que las nubes de estación al estibar,
los recuerdos del pasado a olvidar,
y los besos que se vienen al galopar.

domingo, 20 de marzo de 2016

Poema del adiós III

Hay una especie de vacío en mi pecho
que cada vez se hace más fuerte,
era al principio bastante doloroso
pero hoy lo siento con más furia.

Porque es un vacío impotente
de esos desgarradores silencios del alma,
que nacen en gritos desde la garganta
y nadie escucha en el aire de la nada.

Es una contradicción atrás de otra,
más o menos lo que hemos sido nosotros,
pero eso no significa que lo olvide
ni muchos que me arrepienta.

Sí que quisiera agarrarte y decirte cosas,
escucharte decir las palabras grises,
las que se escuchan pero vacían el pecho,
ese que tanto me duele y se hace más fuerte.

Pero acá estamos dándonos la espalda,
sin sostenernos, sin despedirnos,
anclados en las palabras que no se dicen
y en las promesas que nunca se cumplen.

No son los sueños los que nos hacen
sino las acciones con las que transformamos,
y nosotros nos morimos en la cobardía
de aceptar ser la nada misma.

Tampoco la música que tocamos juntos
que ya no suena a nada interesante,
es un violín desafinado, un piano roto
o una guitarra con sólo una cuerda.

No puedo llenar el vacío con alcohol
o con alguna otra mujer que pueda conocer,
no puedo llenar el vacío de tu ser
y no creo que quiera poder.

Hay una especie vacío en mi pecho
o quizás sea otra cosa diferente,
quizás sea que está más cansado que nunca,
o tal vez es algo a punto de explotar.

Hay una especie de vacío en mi pecho,
una especie de ausencia que tampoco es tal,
un arrebato de melancolía o en realidad
la melancolía de nunca haber sido tuyo.

Poema del adiós II

Creo que hay una china de ojos marrones
metida en el fondo de mi corazón.
Tira, empuja, arruga y estruje,
se mueve en cada pensamiento y sensación.
Es una china hermosa, repleta de emociones,
con sueños y deseos, con su orgullo en el cabello.

Una china en el alma, primavera y verano,
aparece en cada sueño de algodón.
Y en un colchón de hierba se me escapa,
o ¿soy yo que le suelto la mano?

Es un torbellino de placeres
un huracán sin contención
Una embestida en el pecho
una energía sin barreras,
que quiere ser libre y volar
aunque mis alas no ha de tomar.

Hay una china metida en mis ojos,
cada vez más chiquita en ellos.
Hacia el infinito todo es más hermoso
y ¿cómo podría no perdonar?

Hay una china de ojos marrones metida en mis entrañas,
llena de promesas que alguien querrá escuchar,
con voz de arcoiris y la brisa al andar,
imposible no mirarla, querer sentir su piel.
Esa caricia que en el Olimpo pensaron
y que luego envidiaron a la humanidad.

Ay china de mi alma,
en cualquier momento ya te vas,
y con mis gritos te quiero alcanzar,
¿O ya no puedo siquiera llorar?

domingo, 13 de marzo de 2016

Preguntas

¿Cómo puedo hacer para sacarte de cada instante de mis pensamientos?
¿Cómo puedo hacer para borrar tu sonrisa, tu pelo, tus cosquillas y tus humores?
¿Cómo se hace para arrancarte de raíz desde el fondo del ser?
¿Cómo hago para no pensarte ni extrañarte?
¿Cómo pienso en el sol de madrugada sin tu caricia de medianoche?
¿Cómo disipo tus recuerdos como burbujas en el viento?
¿Cómo olvido aquella tarde?
¿Cómo me paro en el medio de la nada a gritar sin que escuches?
¿Cómo vivo en silencio sin tu voz, dulce aroma de playa?
¿Cómo te construyo en este mundo mas mierda que nunca?
¿Cómo te imagino caminando con esas zapatillas desgastadas?
¿Cómo disimulo mis canciones?
¿Cómo escribo una carta de despedida a alguien que nunca fue?
¿Cómo cierro un capítulo que nunca se escribió?
¿Cómo pinto esos colores?
¿Cómo se puede ser lo que no se puede ser?

sábado, 27 de febrero de 2016

Poema del adiós I

Chau y que seas muy feliz,
buena vida para la próxima también
y buenos días para el amor de tu vida.

Adiós y que el camino sea mejor,
que el viento sople fuerte en tu rostro
y que nunca más huelas a despedida.

Buena suerte en la noche de mañana,
en la previa, la cena y el amor,
y en el cigarrillo entre sudor del después.

Hasta luego en palabras mojadas,
llenas de alcohol y vergüenza,
que tiemblan en cada acorde de la piel.

Hasta pronto en cada instante,
como si el todo fuese un segundo,
como si la nada nunca llegase.

Adiós en ese vacío profundo,
oscuro, asqueroso y misterioso,
doloroso, escatológico, desastroso.

Adiós, siempre es adiós,
hoy y mañana también,
por eso no somos dos.

Hasta siempre corazón,
lleno de esplendor, triste pasión,
lleno de ganas de decir adiós.

jueves, 25 de febrero de 2016

Estaba pensando nena en que podrías llamarme de una vez y decirme todo junto y como si nada volver a decirme todo lo bueno y lo tierno y lo que no se decía. Y mirarme a los ojos y entendernos todo también a la vez porque dicen que así son estas cosas aunque ambos sabemos que también pasan otras cosas, y caricias y besos y ternuras.
Estaba pensando, nena, que podrías volver a pedirme que te abrace y nos durmamos en los brazos del otro como deseando que el tiempo se frenara en ese instante. ¿Acaso llegamos a pensar siquiera que eso es posible? Como un dios de la nada que cumple el todo, como una sensación de querer detener el tenebroso destino de ser débiles frente al tiempo o como si no fuese más interesante y divertido pasar las horas juntos. Pero en el complemento del otro también se encuentra la estupidez y dios nena, ¿por qué no me estás llamando ya?
Imagino ese camino juntos lleno de tantas cosas que no puedo expresarlas porque así era y es el mundo con vos, lleno de sensaciones y canciones, y temblores, dolores, un par de golpes, comidas y alcohol. Mucho rock and roll y esa sonrisa que es un blues. Como un gol de Maradona, un habano de Fidel o varias líneas de Cortázar. O todo junto o mucho más.
Y entonces nena no entiendo que no me llames, que no me busques, que no me grites desde lejos, que no me desees, me pidas, me seduzcas, me grites y me perdones. Que nos bebamos todo el whiskey del mundo y fumemos juntos, que lleguemos a una isla desconocida y escribamos un libro en tinta china. Que hagamos una balada en la guitarra y tomemos unos mates en silencio, que nos digamos todo sin decir nada y que sigamos pidiendo juntos.
Cuando llegue ese llamado tuyo aquí voy a estar, para flotar en el agua de una correntada turbulenta de un río en crecida, para ondear en el viento que llega antes de una tormenta de verano. Cuando llegues vos a mí y finalmente sea lo que sea, te amo.