jueves, 15 de junio de 2017

Eran ellos

Eran los dos y el sudor en sus miradas.
Se miraba y se amaban. Se deseaban en secreto pero ambos ya sospechaban.
Desnudos en la cama solo se miraban. 
Volvían a desnudarse para desarmarse, para estrujarse sobre las sábanas y los gemidos de ella. 
Él se aguantaba las ganas de explotar, el momento las ganas de terminarse. 
Y se atornillaban en el cuerpo que tenían enfrente para apaciguar los meses que habían pasado.
Se movían.
Chillaban.
Y se abrazaban.
Después se callaron. Se admiraron en secreto. Se durmieron, se despertaron, se besaron. 
Se volvieron a comer.
Se hicieron salvajes.
Se abrazaron.
Y todo giraba a su alrededor. 

sábado, 3 de junio de 2017

Graffiti XV

Cuentan en el pueblo que el viejo Rafael tuvo una vida llena de aventuras y amargura. Porque anécdotas siempre terminaban con una pequeña mueca en su cara, un gesto de nostalgia con la mirada perdida en el horizonte. Cuentan que de vez en cuando decía un nombre en el medio de sus relatos autobiográficos. Una mujer, quizás de su misma edad, a la que solía nombrar de diferentes maneras pero siempre  describía igual: Mirada profunda, pelos al viento, temperamento de huracán, convicciones de hierro. 
Nadie entendía qué significaba eso pero así lo relataba él. Nadie sabía sobre aquella misteriosa mujer que aparecía en los relatos de este viejo testarudo. Nadie tampoco sabía si la mujer incluso había existido de verdad. 
Lo que sí se sabía es que nunca se había marchado de ese pueblo, que su ropa cada vez estaba más sucia y que sus últimos días los pasó con más amargura y enojo que nunca. Y también se sabía, porque todo los pueblerinos lo sabían, que pasaba algunas tardes dando vuelta por las cuadras buscando algún hueco en la pared para dejar alguna frase con una tinta vieja. 
Los niños del pueblo sabían esas frases de memoria. En especial una que apareció en una pared en la terminal. Inmortal, decía:
Tanta bronca da no poder viajar hacia atrás. 

sábado, 27 de mayo de 2017

Graffiti XIV

En el partido de San Fernando hay una línea de colectivo local. Es de esas que solo transitan las calles de una ciudad, con choferes que saludan a todo el mundo y que a veces dejan a los pasajeros en la esquina que lo soliciten. Algunas mañanas el ritmo del 710 es lento, vago, como si invitara a disfrutar de los adoquines de la calle Belgrano en un viaje a la nostalgia y al barrio. 
Yo viajaba en uno esa mañana de julio. Iba sentado en los asientos del fondo, pensando en la nada prestando atención a todo. Incluso a lo que nunca prestaba. En una casa abandonada, que alguna vez lució frente blanco y ventanas con rejas azules, las letras decían:
Despiértenme cuando el invierno se calle la boca. 

miércoles, 24 de mayo de 2017

El día de la Marmota I

Estos días en donde todo el mundo come palta y sube fotos a instagram, donde parece que la cerveza artesanal se consume como nunca y las zapatillas que antes eran las más raras hoy son el último grito de la moda, pienso en escribir una de las frases más bonitas que pueda escribir. Pero pienso que más fácil sería subir a la nube una de Mario Benedetti o Eduardo Galeano, que hoy se cruzan con letras de Bucay, Rolón y canciones de las pastillas del abuelo. 
Son estos días donde todo parece que es lo mismo a todo. Las caras se multiplican como sin rostro en las calles, inundadas por la lluvia y el otoño, escala de grises moviéndose por las veredas. Suena la misma música hace años y cuando vuelve una vieja banda de rock se ponen de la cabeza por esos temas que no escuchan nunca en sus casas. 
Son esos días que la poesía no tiene sentido, que las artes se ausentan del show de la televisión y los moralistas abundan por doquier pensando en qué andará haciendo tal o tal. Días que dan ganas de cargar la mochila y viajar por los continentes aunque todos hagan lo mismo. 
Se repiten los días y se caen las semanas. Los meses pasan en cámara lenta. Y acá estamos, viviendo el día de la marmota sin darnos cuenta. 

martes, 16 de mayo de 2017

Florece un despertar en pleno otoño,
parece una ironía del universo,
lleno de hojas secas y hierba quemada,
el día se despide de la noche,
y miro para el frente buscando el destino
que se alza tras la montaña llamada mañana.
El viento sopla con certeza,
hace crujir algunas ramas
y clama en la tarde naranja
¿por qué se te ocurre volver a buscarme?

sábado, 6 de mayo de 2017

Yo I

Llegué al mundo una tarde de jueves. Era 1989, el mundo todavía hablaba de cortina de hierro y se moría la década con la música y cultura más referenciada de todos los tiempos. Quizás por eso mi generación se sintió la última especial. 
Nací en mayo, el día cuatro. Años más tarde descubriría que ese día se dedica a Star Wars, cabecera de una lista especial con las películas más amadas y vistas en todos estos años. ¿Casualidad? Seguramente. Pero no dejo de mencionarlo nunca. También es una haber nacido en mayo, como el de 1810 o como el francés. Mayo es mes de otoño, de hojas que se caen, de colores opacos, de cierta melancolía que flota en el aire. Podría ser una descripción mía sin dudas. Pero no toda melancolía es tristeza. También la hay con una sonrisa, con la satisfacción de haber vivido algo. ¿Será por eso que tiendo a escribirlo todo?
Para los creyentes en horóscopos mi personalidad va de la mano con la de los Tauro, el toro que según la mitología griega no era más que Zeus intentando seducir a la princesa Europa y que da nombre a la constelación.  A mí mucho no me importa. Me han dicho obstinado y cabeza dura. Yo prefiero llamarme Bielsista: Muero siempre en la mía. Para un amigo amante de la astronomía el sol ahora brilla un poco después en esta constelación por lo que no debería ser de este signo. Sea como sea, creyente o no, en la constelación de los tercos brilla una de las estrellas más espectaculares del firmamento: Aldebarán. Algo debe significar. 
Mayo también ha sido el recuerdo siempre de la infancia. Y claro, infancia es patria. Ahí, como aguas danzantes, está la bicicleta de chico, el ovejero alemán llamado Duque y la imagen de mi abuelo leyendo el diario mientras nosotros jugábamos por ahí, en el viejo patio inventando aventuras cruciales y fugaces. Hoy esa danza de aguas, la patria, es el empedrado de mi barrio, los debates en mi casa, los mates bien amargos y las milanesas de mi madre. 

sábado, 29 de abril de 2017

Me llama a coquetear desde la ventana.
Me invita una cerveza porque quiere,
se sabe seductora irresistible,
conozco mis debilidades y ella es una.
Me atrapa que me quiera pero no,
que me hable pero luego calle,
Me desespera que no siempre me mire,
que me busque pero luego se pierda,

Me detengo y pienso en sus manos,
también en su piel y en su forma de amar,
conocer a alguien nunca es fácil,
con ella el sabor se siente distinto.

sábado, 22 de abril de 2017

Nosotros

Yo soñaba con un gol de Maradona. Con la alegría del pueblo en las calles, el carnaval durante todo el año, mis manos en una cintura. Soñaba que gritábamos y saltábamos, alegres como niños con un juguete nuevo. Estábamos todos juntos, sin diferencias una vez más, emocionados por coincidir en la vida, acaso el mayor regalo de los dioses. 
Yo soñaba que éramos, que reinaba el verdadero ubuntu. Así de la mano parecíamos la mejor balada de rock, fuerte con los mejores solos de guitarra. Yo soñaba con esa fiesta porque recordaba que había sido así. Que no había sido un invento ni una utopía. Yo lo soñaba porque podíamos. Lo hacía y reía, también se me caía una lágrima. La nostalgia del carnaval, me decía, es la peor. 
Yo sabía lo que soñaba. Y lo sabíamos juntos, ellas y ellos. No había de esos rencores ni tampoco las necesidades de perdones. Incluso parecía que no hablábamos de casi nada, solo disfrutábamos, solo trabajábamos. Solo hacíamos lo que teníamos que hacer, lo que estábamos llamados a hacer, lo que nos había reunido: Lo que nos hermanaba. 
Yo soñaba y lo decía. Y también lo cantaba porque era mejor que discutirlo. Lo planeábamos pero no sabíamos como construirlo, como se hacía para volverlo una realidad. Yo nos soñaba todos juntos, otra vez. 

A ella

Te extraño porque es lo que siento
Te extraño porque también estoy caminando
Te extraño porque tu recuerdo sopla en mi frente
Te extraño porque ando con ganas
Te extraño porque tú no me extrañas
Te extraño porque sería extraño no hacerlo

Te extraño porque las hojas caen en otoño
Te extraño porque se viene la soledad del invierno
Te extraño cuando sé que renace la primavera

Te extraño porque es una locura
Te extraño porque me estoy acostumbrando
Te extraño porque no sirvo para otra cosa
Te extraño porque te quiero
Te extraño porque ya voy sabiendo
que no entiendo lo cotidiano sino es extrañando.

viernes, 21 de abril de 2017

Graffiti XII

Yo venía en un colectivo de noche con doña Marta, una señora de mejillas rosadas que siempre andaba con varios ponchos encima. Ella hablaba de un nieto en Francia. Yo miraba por la ventana porque ya sabía la historia. Cerca de un cementerio lo vi. Lucía la novedad de estar recién pintado. Se me grabó en la mente y en las ganas de haber querido escribir algo así para ella:
Si algún día andas con el deseo de encontrarnos nuevamente, no te olvides que siempre tengo ganas de ser tu amigo.