domingo, 6 de diciembre de 2015

Estos dos

Eran dos hojas en el viento que corrían y saltaban, y jugaban, y se amaban.
Con la tierra bien mojada, la bajó al terreno del pensar y ella le dijo: No mi amor, ¿Para qué dejar de volar?
Y lo volvió a levantar para llevarlo al horizonte con pájaros, nubes y estrellas, siempre de la mano, a la par codo a codo.
Pero él reflexionó y le confesó: Para mí cualquier cigarro con vos es una noche llena de estrella. Y ella contestó: Para mí cualquier colchón de hojas con vos es una nube de placer.
Y se amaron y comieron, fumaron y bebieron. Y se miraron a los ojos por varias horas, perdidos en el no se qué del tiempo sin pasar. Y entre ellos se mezclaron unas hormigas del suelo que soñaban en secreto poder ser como ellos.
Y despertaron y volvieron a dormir, y se despertaron y se amaron y durmieron. Y el le dijo: No dejemos de hacer esto nunca. Y ella le dijo: Entonces no dejes de mirarme así nunca. Y ambos se dijeron caminemos juntos.
Y el tiempo dejó de ser tiempo, y todo pasó en el mismo instante y la vida, y los pájaros, y el amor, y las nubes y ellos dos y todos los demás.
Y en la nada de la nada, algo apareció que dijo: Acá estos dos se amaron una vez.