miércoles, 27 de febrero de 2019

Había una vez

Había una vez,
se fueron para siempre.

Comieron felices,
para nunca recordar.

Colorín colorado,
por supuesto no es vano.

Y aquí nos ves,
con un tarro en la mano.

Para nunca volver,
o siempre empezar.

Hubo muchas veces,
que se amaron para siempre.

Fueron felices,
lo eterno es relativo.

Letras al azar,
te estoy soltando.

No busques motivos,
siempre lejos estás.

Aburrimiento

Un poco de aburrimiento
me abatió
me destrozó
cuando menos lo esperaba,
me atajó
de repente me atajó,
cortó los hilos
y me soltó
como jauría
liberada en primavera,
revolución
en plasma y en mente,
amalgamado,
breves momentos de
contemplación,
para pasar después
a otro engranaje,
menos aburrido,
algo más de vermú,
secas las palabras,
arraigadas,
quietas,
aburridas;
y empezar,
otra
vez.

lunes, 25 de febrero de 2019

La constante

Tengo varios capítulos
de novelas escritas
que seguro nunca termine.
Tengo un par de
proyectos guardados
para alguien del mañana.
Tengo trabajos
que tomo y dejo,
renuncio y busco.
Tengo un par de plantas
que de vez en cuando
me acuerdo de regar.
Tengo un amigo
que a veces me llama
pero casi siempre se olvida.
Tengo dudas de porqué
me pasa lo que me pasa
pero nunca me contesto.
Tengo un estilo
que no tiene sentido
igual es inofensivo.
Tengo mis ideas
que siempre defiendo
y tengo mis ganas
que nunca acompañan.

Tengo amargura,
mediocre sentido
y unos kilos de más.
Tengo palabras y tengo canciones,
tengo un teclado
y algo de tiempo
Tengo lo que tengo
y con lo que tengo
me siento y te espero.
Porque mi única constante,
entre mate y mate
es tenerte conmigo.

10

Hay una tarde,
se muere en silencio,
y ya unos diez años
se marcharon para siempre.
Hay una noche,
que te aplaude otra vez
por tus dolores, tu ser
envuelto en la soledad.
Hay un amanecer
y me alegro por tí
lo fuiste a buscar
y no volviste otra vez.

jueves, 21 de febrero de 2019

un libro

escribí un libro
sobre amores, mañanas
despiertas en brazos
y tela entre los ojos.
el libro habla de todo,
del caos, renacer,
contemplar y asustar,
es un libro no menor
porque tiene algo de vos,
es un libro que se cae
porque ya no tiene sal.

martes, 12 de febrero de 2019

Ocurre

Ocurre,
mi querido amigo
que estamos
mirando
para otro lado.
Estamos
desatentos,
¿aburridos?
no, estamos
entretenidos,
tan inmensos
en el show
de lo mediocre
mundano
lo habitual,
la costumbre
ya sufrimos
pero reímos.
Ocurre
mi querido amigo
que seguimos
mirando tv
comprando diarios,
nos cagan,
vomitan
mean
y empujan,
nos hacen
ciegos,
abrazados a la mierda
y acá,
nosotros mirando
el show,
un noticiero
y el concierto de turno.
Ocurre
mi querido amigo,
lo de siempre
ellos
de fiesta
nosotros con barro
ellos con vino
nosotros a los tiros,
ellos altivos
nosotros cautivos.
Ocure
mi querido amigo
que no hay rimas
ni gritos
estamos mirando
la compu
en este momento.

viernes, 8 de febrero de 2019

Tu cuerpo

Recorrí tu cuerpo
desde la montaña
hasta tus dolores más profundos,
recorrí besando y sufriendo,
sí,
sufriendo
porque temía,
discúlpame,
tengo miedo,
que no pueda
volver a hacerlo.
Así que lloré
mientras besé tu piel,
acaricié tus piernas,
y me inundé en vos,
volví a llorar,
temblé, exploté,
contemplé y
me llené de deseos
para frenar el tiempo
el camino en tu piel
y el miedo de no repetir.

jueves, 7 de febrero de 2019

El hombre

El cuatro de septiembre de 1928 el pequeño y humilde pueblo de Los Jazmines se levantó con la noticia que marcó a una, dos, tres y más generaciones. El hombre de Santa Marta se había despedido de la vida lleno de canas, deudas y unas penumbras en su rostro que asustaban a todos los niños que jugaban en la calle y solían cruzarse con él.
Los pueblerinos se fueron preguntando por qué. Su vida siempre había sido un misterio pero de esos llenos de normalidad y mediocridad. El hombre no se destacaba por nada, no tenía grandes aventuras ni historias épicas que los abuelos le cuentan a sus nietos, ni tampoco era alguien con un carisma extraordinario o esos dones que se cuentan por los pueblos. El hombre solo era eso: Un hombre. Normal, tranquilo, cotidiano, gris, habitual. Un sujeto que caminaba y caminaba. Un tipo que todos conocían pero nadie conocía.
Tan cotidiano era que algunos le llamaban costumbre. Otros lo insultaban y le llamaban aburrido. Una señora en la almacén comentó esa mañana en que las cuadras solo charlaban sobre la noticia que el hombre era una persona feliz. Tan feliz que solo él lo sabía y nada más le importaba.
Hay quien dice que también era borracho, que manejaba un campo en algún lado, que desperdiciaba dinero pintando la vereda de su casa una vez cada tres meses porque tenía tanto, pero tanto, dinero que ya no sabía a donde tirarlo.
Pero también algunos rumores decían que el hombre no tenía un peso, que su casa era una más entre tantas más; que las deudas lo aquejaban por las noches al igual que las pesadillas. Un vecino de la esquina en cambio dijo esa mañana que nunca había visto al hombre entrar a su casa, solo lo veía caminar por las manzanas del pueblo: Camino a la plaza, camino a la iglesia, camino al cementerio, camino a otro camino.
En los pueblos vecinos casi nadie lo conocía. Llamaba la atención a algunos por su tranquilidad, su nostalgia en la mirada pero una sonrisa extraña, a lo Gioconda, como esas personas que saben algo, o saben mucho, y poco lo dicen.
El hombre, uno más dijo alguien también esa mañana, se había marchado y nadie sabía. O todos sabían lo suficiente como para no encontrarle lo interesante en la noticia ni en su propia vida. Y sin embargo ahí estaba la gente dispuesta a armar una jornada de vela y debate sobre los misterios y pormenores de la vida del extraño sujeto conocido como el hombre.
Una vecina lo había cruzado hacía poco, unos días antes de su partida, y comentaba por aquellos días que el hombre era el eco de los rumores. Y que siempre se cagaba de la risa.
Quizás era eso, decía la mujer, solo un eco, un rumor, un misterio y un miedo. El miedo de que eso se termine.

miércoles, 6 de febrero de 2019

La ví

La vi sentada en la playa,
a orillas del lago,
Bariloche brillaba su enero
y ella era todo oro para mí.
Te juro que la vi
y otra vez amé,
la vida, sus caricias,
sus rocas y el placer de estar allí.