lunes, 25 de julio de 2016

Graffiti III

Este lo vi en una esquina de San Fernando, en un paredón de un descampado. Esos terrenos de pura maleza, abandono y desperdicio. De las mil dudas de los chicos de barrio que se preguntan ¿qué había antes acá? o ¿Harán algo nuevo aquí?
En la cal bajo febo reza condenando una frase: No se quiere lo difícil por desafío, se quiere porque no se puede. 

martes, 19 de julio de 2016

No se quiere lo que no se tiene porque sea un desafío, sino porque uno acostumbra a dejar una parte suya ahí. Pero el tema no es tener ni poseer ni querer ni nada que las canciones digan. 
Se trata de latir y acompañar, no hay nada más puro, simple, profundo, contemplativo, hermoso y peligroso. No se puede caer sino se saltó antes. 
En realidad todos los días me llevé desilusiones aunque hoy quiera gritar más fuerte, dentro mío claro, que me falló y todo eso. 
Deberíamos dejar un poco de lado las frases hechas y empezar a tomar más vino. 

Eso

Después de algunos días de intenso frío en cada uno de mis huesos y una soledad que golpea en los albores del alma, pude comprobar, espero perdones mi lentitud, que he llegado a comprenderte. He pensado en lo que solías pensar y me dispuse a respirar de la misma manera que hacías. El aroma de tu cabello en la brisa, la sensación de tu piel en mis manos y el sudor entre ambos. Son cosas que se vinieron a la mente como pedazos de la historia que nadie más contó. Algo que sabíamos y sospechábamos juntos aunque ya no hablábamos ni mateábamos.
Pero el frío y la soledad pueden ser buenos para eso. Para revolver en una olla de hierbas, gritos y un par de poemas baratos. Ahí pude comprenderte. Pude saborear como vos y otra vez te pido disculpas por haber tardado tanto. Lo que imaginaba como una noche con esos cabellos castaños llorando el abandono, lo que solo para mi podía ser eso, una triste hipótesis, ahora puedo decir es también parte de mi carne. Una parte desencantadora y tristemente seductora de mi alma que resopla en cada lamento por el minuto que no fue.
No son líneas de perdón sino de descargo. No son líneas de arrepentimiento sino de entendimiento. No son líneas de llamada sino de crecimiento.
Fueron años de silencio, de horizontes que parecían eternos, de no pensarte ni extrañarte. Fueron tiempos de alegrías, no voy a decir que no, y fueron tiempos de simpatía. Fueron buenos tiempos sin saber tu sombra, sin masticarte. Pero fueron y ahora esa triste melodía que tomaba por sorpresa tus lágrimas tienen un sentido diferente para mí. No me tocan como pájaros al viento ni como un Re Menor reiterado. Me tocan como el tiempo toca a las personas y las canas a los viejos. Como la abeja al polen y el sol a la primavera. No lo puedo evitar y por eso acá estoy.
Teneme en cuenta cuando leas esto y sabe que pude comprenderte al fin, que pude escuchar esa melodía y llorar en silencio. Todos lo hacemos una vez en la vida. Y no sientas lástima ni tristeza por este hombre encorvado de dedos temblorosos. Seguí con tu rutina pero si tenes algo de tiempo levanta una plegaria por mí, como en los viejos tiempos y volvé a amar de vuelta. Eso nos hace distintos.

domingo, 17 de julio de 2016

Todavía

Todavía me dan ganas de esperarte. Es una fuerza en las entrañas que no puedo controlar. Me nace sentarme y desear que aparezcas, que llames, que golpees a la puerta y a los vientos para confesarme que todas esas frases que escribes por ahí son para mí. No puedo evitar sentir la sensación vibrante de escuchar tu voz. No puedo evitar que se dibuje una sonrisa al recordar una tarde, ya no puedo evitar nada ni siquiera los insultos al aire cada vez que me respondo que te fuiste al fin.
Todavía te pienso cuando me levanto y te imagino en algún lado. Te imagino caminando bajo las hojas que te flotan alrededor en esa magia que provocas. Te imagino imaginándome y pensándome, diciéndote alguna reflexión sobre el orgullo, las drogas y la música. Imagino tus manos encantadas, tocadas por el frío de este invierno crudo, tiritando a la luz de la luna.
Todavía estoy acá, en el mismo lugar de siempre, escuchando la misma música, mirando las mismas películas, comiendo los mismos chocolates, congelado, estancado por la mínima esperanza que llames, por lo menos, para mandarme al carajo. Todavía te pienso en líneas que no escribo y en copas que se vacían angustiosas comprobando que la primavera siempre tarda y siempre tarda y siempre tarda el olvido.
Todavía veo fotos y te encuentro hermosa como siempre y te imagino sonrojada por mi ocurrencia, o enojada por mi insistencia. La gente dice que el tiempo viene solo y que la cura y que esto y que lo otro, pero todavía pienso que son solo palabras. Todavía pienso que no te conocen y que no saben que en el fondo estas pensando en correr hacia mi piel y mis ojos, y mi sonrisa que, todavía recuerdo, decías amar.
Todavía intento llamar tu atención. A veces me desespero elaborando un plan que pueda poner el grito en el cielo. Pero ya no hay plan ni cielo ni pan.
Todavía tengo la esperanza de encontrarte por ahí, entre la gente de la ciudad, en el andén del tren o sentada en una plaza mirando pasar la tarde. Todavía tengo la esperanza de encontrarte en alguna persona, de pensar así que solo fuiste imaginación, idealización, especulación.
Todavía sigo vivo pensando en cada día, no vuelvo la vista hacia atrás ni abro una caja de recuerdos todas las medianoches. Pero todavía estoy aquí, por las dudas.

domingo, 3 de julio de 2016

La frase

No estaba en ninguna pared de ninguna ciudad, no lo dijo ningún artista que conozca en alguna canción de medianoche. Tampoco se lee en poema alguno o en tapa de diario amarillista. No lo dice el horóscopo ni un libro de auto ayuda. 
Solo lo sé porque lo escuché alguna vez.
Se lo escuché a una señora en un geriátrico.
Era pura sabiduría aunque sabiduría a veces viene después de la soledad.
Hablaba siempre con voz pausada:
Si solo con un ¿Cómo estás? pensamos llegar al otro, la humanidad está perdida.