viernes, 25 de agosto de 2017

Mi tierra

Mi tierra
hermosa y sacrificada,
una historia de amor
eterna en el firmamento.
Repleta de viejos amigos
de vino derramado
de noches de melancolía,
de puños reclamando justicia.
Mi tierra de madre
de lucha en el barrio,
de juguetes enamorados
dos soñando de la mano.
Explota en su dolor,
se esperanza en rebeldía
y reclama a sus hijos
que vuelvan otra vez.

jueves, 10 de agosto de 2017

Santiago

Desaparecer,
cuando se supone no se desaparece,
sin respuestas
con palos,
con golpes,
con excusas.
Desaparecer,
no saber,
no contestar,
llenarse de bronca,
gritar.
Y desesperarse
porque no aparece,
porque se callan la boca
porque se van a la mierda
porque siguen como si nada
porque habíamos dicho nunca más.
Y luchar,
porque no aparece,
porque se callan la boca,
porque se van a la mierda,
porque siguen como si nada,
porque habíamos dicho nunca más,
y porque volveremos a decirlo,
a gritarlo, a cantarlo,
a pintarlo.
Volveremos a vociferar
mientras miren para otro lado,
mientras sigan sin responder:
¿Dónde mierda está?

Se fueron

Cuando se fueron todos me llené de odio,
de una bronca inigualable que vomitaba palabras
y drogas y dolor y lágrimas y pudor.

Se fueron yendo de a poco,
todas las espaldas las vi desfilar
y me convertí en un manojo de resentimiento.

Abracé la soledad
y dejé de creer,
en la justicia,
en la paz,
en la igualdad,
en la ternura revolucionaria
y en los consejos de mi madre.

Se fueron y me fueron,
entonces me fui y no lloré,
me fui
y volví,
volví otra vez
y partí
sin rumbo ni destino
sin conciencia,
a la mente y los sueños
a mi mismo otra vez.

No había nadie
y llegué yo,
me saludé,
me perdoné,
me abracé,
evolucioné.

Y nací.

Alguien le dijo

Alguien la lastimó:
Le dijo que no podía confiar,
que solo debía recordar,
que no valía si era linda,
que se olvidara de olvidar,
le gritó que no mirara,
tampoco que amara,
le dijo que debía penar,
que solo pensara en su juego de te,
le dijo que no peleara por la justicia,
que no comprometa sus manos,
la obligó a sonreir por obligación,
a no mirar películas y viajar,
le dijo tantas cosas,
escritas todas en sus ojos,
y en sus manos frías como la nieve,
que no saben a veces como derretirse
cuando la piel se junta con la piel,
cuando el espacio cierra dos miradas,
dos mundos que se abrazan en la cama,
dos salvaciones que recogen lágrimas,
éstas que cantan lo que alguien le dijo,
que no podría saber nunca nada,
que no aprendería a tomar,
que odiara un espejo, una caricia,
una palabra seria y dos cejas amargas,
y la risa del humor sin sentido,
del rato compartido,
de la ilusiones por la utopía,
y el amor por el amor,
aunque ya no haya amor.