Alguien la lastimó:
Le dijo que no podía confiar,
que solo debía recordar,
que no valía si era linda,
que se olvidara de olvidar,
le gritó que no mirara,
tampoco que amara,
le dijo que debía penar,
que solo pensara en su juego de te,
le dijo que no peleara por la justicia,
que no comprometa sus manos,
la obligó a sonreir por obligación,
a no mirar películas y viajar,
le dijo tantas cosas,
escritas todas en sus ojos,
y en sus manos frías como la nieve,
que no saben a veces como derretirse
cuando la piel se junta con la piel,
cuando el espacio cierra dos miradas,
dos mundos que se abrazan en la cama,
dos salvaciones que recogen lágrimas,
éstas que cantan lo que alguien le dijo,
que no podría saber nunca nada,
que no aprendería a tomar,
que odiara un espejo, una caricia,
una palabra seria y dos cejas amargas,
y la risa del humor sin sentido,
del rato compartido,
de la ilusiones por la utopía,
y el amor por el amor,
aunque ya no haya amor.
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