jueves, 23 de septiembre de 2010

Instantes

Hay un instante en la vida, muchas veces hay varios, en el que el tiempo se detiene y comenzás a pensar qué hacés mal y que hacés bien. Pensás en los momentos que te llenan de orgullo y los momentos que nos querés recordar, momentos que preferís olvidar.
En ese instante, pensás en el amor. Quizás porque la vida es amor, y entonces así se resume; pero siempre terminás pensando en el amor. Todo lleva a él y todo viene de él. ¿Por qué siempre es así?
Alguien sabrá porque, yo la verdad no lo sé, pero la cuestión es que siempre pensás en el amor, y las personas de tu vida aparecen (Las que te amaron y, sobre todo, las que amaste). Porque lo místico del amor vive en aquellos amores que no fueron, y siempre recordamos eso. No importa donde hayamos aprendido más, esas relaciones siempre vuelven.
Cuando el tiempo y la vida se detiene, pensás en el amor. Pensás en la capacidad de amar que tienen las personas. Pensás si amaste más a tu primera novia o a la última, o quizás amaste más a una mujer desconocida una noche que lo que amaste al resto de las mujeres que conociste.
Entonces el amor dura un segundo, en realidad la vida dura un segundo; la vida se encuentra en un segundo. El amor...igual. En ese momento de pensamiento, pensás, reflexionás, si el amor puede cambiarte la vida. Si vale la pena o no. Si hiciste bien o no.
Si la amás o no.
Siempre y cuando necesites de ese momento.
Si llegas al punto de tener que parar el tiempo, entonces no vale la pena ese amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Acompaña mi camino