miércoles, 30 de marzo de 2011

Con el correr de los años, los rumores de problemas maritales en la casa de Melina Pilner se agrandaron. Incluso las mujeres de la provincia comenzaron a defenderla o a pensar que era una víctima. Fue una corriente corta pero durante un tiempo existió una tendencia a acercarse a ella, pensando que podían ayudarla, contenerla, buscar que escape de su supuesta prisión que le imponía su marido Aragón.
También crecieron los rumores sobre las nuevas amantes que tenía Don Américo. Cada vez más, y cada vez más jóvenes. Alguna que otra chica, recién salida del colegio (O aún en él) se acercaba para seducirlo. Y decían todos que lo lograban, cada vez más abierto y sin ningún tipo de cuidado.
Por eso la gente comenzó a decir:
-Tiene muchas amantes, ella ya lo sabe-
-Se va un día y vuelve varias jornadas después, no puede creer en él-
Las mujeres intentaron acercarse a la Pilner, para ayudarla, para conocerla. Pero en todo grupo de mujeres, amigas, compañeras de trabajo, etc, había alguna que se había encamado con él. Ya ni se dudaba, Aragón era infiel y con ganas.
En los últimos tiempos, pocas veces se lo veía por aquellos pagos al marido de Doña Melina, la mujer más misteriosa y excitantes de aquellas épocas. Incluso a ella se la veía poco o nada, y siempre con la misma mirada triste y seductora a la vez. Fueron los meses en los que incluso, las viejas, las arpías, las alumnas del colegio, los novios de éstas, se olvidaron de Melina Pilner y de su marido y de todo ese extraño misterio que los rodeaba.

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