También crecieron los rumores sobre las nuevas amantes que tenía Don Américo. Cada vez más, y cada vez más jóvenes. Alguna que otra chica, recién salida del colegio (O aún en él) se acercaba para seducirlo. Y decían todos que lo lograban, cada vez más abierto y sin ningún tipo de cuidado.
Por eso la gente comenzó a decir:
-Tiene muchas amantes, ella ya lo sabe-
-Se va un día y vuelve varias jornadas después, no puede creer en él-
Las mujeres intentaron acercarse a la Pilner, para ayudarla, para conocerla. Pero en todo grupo de mujeres, amigas, compañeras de trabajo, etc, había alguna que se había encamado con él. Ya ni se dudaba, Aragón era infiel y con ganas.
En los últimos tiempos, pocas veces se lo veía por aquellos pagos al marido de Doña Melina, la mujer más misteriosa y excitantes de aquellas épocas. Incluso a ella se la veía poco o nada, y siempre con la misma mirada triste y seductora a la vez. Fueron los meses en los que incluso, las viejas, las arpías, las alumnas del colegio, los novios de éstas, se olvidaron de Melina Pilner y de su marido y de todo ese extraño misterio que los rodeaba.
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