La oscuridad, la avaricia, la codicia y las mujeres alimentaban el ego de Don Américo Aragón, hombre rico de la ciudad, pero para nada querido. ¿Cómo Melina Pilner se había enamorado de aquel hombre? ¿Se había enamorado?
-Quiere su dinero, es obvio- decía las arpías del barrio.
Esa podía ser la respuesta obvia, pero habían pasado 15 años de su boda y sin embargo nada. Incluso a Melina Pilner no se le conocía ningún amante. En una ocasión los jóvenes del vecindario habían hecho sus apuestas para ver si alguno de ellos se la podía llevar a la cama de algún hotel. Fueron de a uno intentando motivar a aquella señora de envidiada figura pero de mirada caída. Ninguno pudo, todos volvieron vacíos de orgullo y la señora Melina Pilner comenzó a ser un mito incluso en los jóvenes de aquella provincia.
Un par de años después de la boda, aquella boda que conmovió a todos, Melina Pilner quiso embarazarse, o por lo menos eso dijeron las mujeres. Decían-los rumores que por algo son rumores- que ella se lo pidió a su marido pero Aragón, firme y machista como él solo, no quiso. O quiso pero no con ella. O quiso pero no podía. O quizás él se lo pidió a ella pero fue la Pilner la que no quiso.
- Lo que pasa es que nada sale de esa casa, el ama de llaves es muda, nadie sabe nada- Decían algunos por ahí. Todo el partido quería saber sobre Melina Pilner pero nadie sabía nada, era tan excitante como el fruto prohibido pero tan desconocida como las profundidades del océano.
Su marido, pocos sabían a que se de dedicaba, ninguno coincidía.
- Debe ser un tipo importante de alguna empresa importante- Éste era el comentario de varios.
- Debe tener mucho dinero guardado, de alguna herencia o algo así- Eso decían otros
-Debe ser terrateniente- Pocos afirmaban eso
- Es mafioso, seguro- Algún loco lo aseguró.
Pero nadie sabía nada, nada sobre ellos, sólo que aquel Américo Aragón era un tipo asqueroso y que Melina Pilner era bella como la venus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Acompaña mi camino