martes, 29 de marzo de 2011

Un par de años antes, el país había escuchado los gritos de Melina Pilner. Como muchos vecinos solían decir: "Ahí descubrimos que tenía sangre"
Nadie podía decir exactamente qué gritaba; para algunos vociferaba insultos, para otros se defendía de su marido, para otros sólo estaba poseída por el mismo diablo. Los gritos llenaros los oídos de muchas personas que por primera vez conocían su voz y se aterraban pensando en algo malo. La policía tuvo que acudir al lugar, y el comisario fue cuestionado miles de veces para que contara que había ocurrido. Sin embargo, el tipo, recto y firme como la misma ley, había sentenciado: "Sólo me dijo la señora que había tenido una discusión con su marido, pero nada más"
Claramente, esta respuesta no convenció a nadie, y las doñas (Que sólo son doñas para hacerse respetar) exclamaban por todos lados: "¿Por qué se habrán peleado? Seguro ella se entero que la engaña"
Y las personas buscaron otra vez a María Viviana Pratto, pero la señorita (Así le decían sus alumnos) contestaba con pocas palabras: "Aragón es raro, muy raro".
Las otras prostitutas del pueblo, además de las cuarentonas solteras y algunas viudas, coqueteaban siempre con él y, como se sabía, varias se habían amado con él, pero ninguna conocía muchas palabras de su boca. Buscaba solo amantes, sexo, y poco más. No buscaba amigos, ni agradarle a nadie, ni siquiera a su mujer. Pero su mujer sí parecía que le agradaba, o por lo menos eso pensaban todos.
-"Salvo que la faje, que la tenga como una esclava"- Por fin alguien se animaba a decir lo que muchos pensaban, pero nadie podía pensar eso.
Sergio Hofmann, uno de los personajes más raros de aquellos tiempos, hizo su investigación propia del tema y no dudó:
-"No recibe golpes doña Melina Pilner, no tiene moretones, no parece llorar en público, y después de quince años de matrimonio, ya se hubiese separado"
Pero la realidad, como siempre sucede en estos casos, es que nadie creyó en el raro Hofmann.

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