martes, 29 de marzo de 2011

Pero sin embargo, Melina Pilner era una mujer que despertaba pasiones y deseos muy pero muy fuertes. Y no solamente en los jóvenes. Los hombres moría por ella, a pesar de que sus esposas la miraban de reojo. En tierras lejanas se oía hablar de ella. ¿Qué tenía Melina Pilner?
Quizás su manera de hablar, tranquila, como si sobrara la situación, quizás el misterio que la envolvía. Algunos decían por ahí que era vírgen, por deseo o por intuición. Pero lo cierto es que nadie sabia nada más allá de los rumores.
Otro rumor alguna vez había dicho que Melina Pilner estaba enferma, que no le quedaba poco y que por eso había intentado asegurar sus pocos meses de vida que le quedaban, casándose con un hombre que lo tenía todo. Luego esa enfermedad se había curado (O nunca había existido) y de repente el pobre Aragón tenía una mujer en su casa que le había mentido.
-Pero no-decían las viejas del lugar- él estaba enamorado, él está enamorado.
Quizás ahí vivía el mayor de los misterios, ¿Cómo podían vivir juntos?
El problema-decía alguien- es que preguntan por el lado equivocado, ella es hermosa pero nadie la conoce. Él es un bastardo pero muchas lo conocen. Hay que averiguar por ahí.
Y si bien muchas mujeres habían asegurado pasar una noche con don Américo Aragón, ninguna parecía sonar creíble. Ninguna hasta que apareció María Viviana Pratto. Ella, maestra del colegio pero con aires de prostituta, sí parecía conocerlo y sí parecía haber vivido con él...Por lo menos por una noche.
Pratto siempre exclamó lo mismo: "Tiene eso que enamora a las mujeres pero que también hace que luego lo odien"
Pocos entendieron a que se refería realmente, de hecho, casi nadie. Muchos creyeron creer, pero solo divagaron su mente.
Con el correr del tiempo, la misma María Viviana Pratto comenzó a ser objeto de misterio y cierto mito corrió con ella. Es que era la unica que lo conocía, la única que no solo se había dejado llevar por la excitación que un hombre como Aragón podía despertar, sino que además, en algún punto, lo había querido. Y es que, como siempre se decía, Aragón podía ser el hombre más bello del mundo pero también el rey del infierno. ¿Por qué? Nadie podía dar una respuesta firme y segura.

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