sábado, 4 de junio de 2016

Miramar

En Miramar también, más al sur, se encuentra el bosque energético. Orgullo local, nombrado como un vivero y hogar de muchas historias. Lo de energético no es marketing. Si pones una rama de manera horizontal sobre otra vertical la primera no se cae. Se mantiene. Como si una energía la hiciera hacer equilibrio. Magia, campo magnético, energía, extraterrestres, cementerio indígena, portal interdimensional, un meteorito alojado allí. Los rumores se multiplican como también los visitantes. Las ramas puestas como cruces se acumulan por el monte. La gente lo hace por diversión. O por ritual. O por curiosidad. O por mira si no lo hacemos. 
Dicen que una vez un grupo de científicos fue a investigar el fenómeno. Lo hicieron en una zona que se llama Bosque Oscuro. No pudieron determinar por qué ocurría. Dicen que una vez Albert Einstein caminó por allí.
El misterio de las ramitas no tiene explicación. Y en el fondo, la gente del lugar no quiere que la tenga. 
La luz en el bosque apenas entra. Las copas de los árboles no la deja. Solo hacia el atardecer algún rayito de sol llega a besar la turba. Y a medida que se entra en él, el sonido también parece ir apagándose, bajando el volumen. La vida se pone en silencio y las personas se sientan y respiran el aire oscuro. Están pero no están en el mundo.
Quizás ahí está la explicación a eso de energético.

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