Parece nuevo. Como escribo ayer mismo y todavía secándose en la blanca pared. Es uno de esos paredones que separa el descampado de la vereda. Algún vidrio para que nadie cruce. Y una invitación a una mujer que, lo más probable, nunca vea esas palabras. Quizás porque ni le interese. Dicen las letras:
No encuentro manera de llamar tu atención. No encuentro manera de que mires hacía mis ojos. Pero cuando quieras, te invito una cerveza.
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