Tres años han pasado.
Tres primaveras esfumadas en el viento, desintegradas en las mentes que ya no recuerdan, desarmadas entre los dedos.
Tres días de la lealtad, palabra que semana tras semana cobra un nuevo significado.
Tres primaveras esfumadas en el viento, desintegradas en las mentes que ya no recuerdan, desarmadas entre los dedos.
Tres días de la lealtad, palabra que semana tras semana cobra un nuevo significado.
Tres años de mentiras encantadoras, fáciles instrumentos de seducción para las almas que de excusas saben un montón.
Tres años de tiempos con sonrisas apagadas y manos menos callosas.
Tiempos de pensamientos y tenebrosas noches de bohemia y cerveza.
Tiempos de preguntas a las cosas y el andar sin una brújula.
Tres años de tiempos con sonrisas apagadas y manos menos callosas.
Tiempos de pensamientos y tenebrosas noches de bohemia y cerveza.
Tiempos de preguntas a las cosas y el andar sin una brújula.
Han transcurrido tres que fueron todo y a la vez nada.
Un poco de arena en el reloj.
Una fiera volando sobre la hierba a toda velocidad.
Tres que siguen siendo un arcoiris hacia el horizonte en un cuadro.
Siguen siendo el vuelo de un cóndor, siguen siendo una voz en la cueva, siguen siendo algo que late, siguen siendo un camino, tormentoso y sinuoso camino.
Un poco de arena en el reloj.
Una fiera volando sobre la hierba a toda velocidad.
Tres que siguen siendo un arcoiris hacia el horizonte en un cuadro.
Siguen siendo el vuelo de un cóndor, siguen siendo una voz en la cueva, siguen siendo algo que late, siguen siendo un camino, tormentoso y sinuoso camino.
Han pasado tres años, menos personas y la fatalidad en el código, la traición y la confianza.
Tres años de fútbol y café también.
Tres años de fútbol y café también.
Son tres años que parecen tres horas.
Tres esperando un juez que diga usted tiene razón.
Tres esperando un juez que diga usted tiene razón.
Tres años en los que se extraña poco y se sufre menos.
Tres años en los que se pasa todo lento.
Tres años de soles amargos y tardes incoloras.
Tres años en los que se pasa todo lento.
Tres años de soles amargos y tardes incoloras.
Tres.
Solo tres.
Ya tres.
Tres estaban ahí sentados.
Tres miraron y se cargaron de odio.
Tres se excusaron.
Tres se cagaron.
Tres, un tribunal.
Tres, un trineo amagando sinceridad.
Tres pares de ojos que no decían nada.
Tres bocas que expresaban lo que hubiesen expresado mucho tiempo antes.
Tres manos sudorosas.
Tres gritos en tres gargantas.
Tres festejos, discretos, por las dudas.
Tres contra uno.
Tres que podían multiplicar por tres.
Tres miraron y se cargaron de odio.
Tres se excusaron.
Tres se cagaron.
Tres, un tribunal.
Tres, un trineo amagando sinceridad.
Tres pares de ojos que no decían nada.
Tres bocas que expresaban lo que hubiesen expresado mucho tiempo antes.
Tres manos sudorosas.
Tres gritos en tres gargantas.
Tres festejos, discretos, por las dudas.
Tres contra uno.
Tres que podían multiplicar por tres.
Tres amigos esperando afuera.
Tres reclamos y tres confidencias.
Tres días de lucha.
Tres semanas de perdición.
Tres días en el jardín, tres cartas y tres excusas.
Tres tiros en la plaza.
Tres llantos.
Tres reclamos y tres confidencias.
Tres días de lucha.
Tres semanas de perdición.
Tres días en el jardín, tres cartas y tres excusas.
Tres tiros en la plaza.
Tres llantos.
Tres años esperando. Algunos han llamado.
Tres todavía no lo hacen.
Tres las Marías, tres la trinidad.
Tres los deseos y tres las misiones.
Tres todavía no lo hacen.
Tres las Marías, tres la trinidad.
Tres los deseos y tres las misiones.
Tres maldita sea.
Tres.
Tres.
Necesitaron tres.
Tres.
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